Darío Canton | Escritor & Poeta
ENTREVISTAS | En medios digitales

Un lugar acantonado. Memorias manuales para recorridos a ojo

Diciembre de 2019

Rapallo

¿Cómo construirme una tumba
que pueda ser visitada
de acá a tres mil años?

Darío Canton

En diciembre de 2019, Rapallo se puso en contacto con Darío Canton a partir del anuncio de donación, a particulares e instituciones, de De la misma llama: 8 volúmenes, 9 tomos; años 2000 a 2017, 3 editoriales; peso aproximado, 9 kilos –detallaba en su sitio web. Lo que en principio suponía un solo juego de la colección, luego se transformó, generosidad cantoniana mediante, en tres… ¡y después en cinco juegos! Así, con los aproximados 45 kilos de libros, Rapallo se dedicó a la lectura profusa de la vida y obra del archivista más meticuloso, expansivo e insistente de Argentina. A continuación, notas sueltas para un futuro “Manual de uso” de De la misma llama (DLMLL): recomendaciones, recorridos, atajos, críticas y advertencias.

 

El texto filmado

Leer DLMLL como una autobiografía quizá sea el primer paso falso. Porque no es una autobiografía. De hecho, leer quizá sea una acción equívoca para DLMLL. Como dice apenas comenzar, todo parte de un deseo filmográfico: “Si el proceso de escritura de un texto fuera filmado”. DLMLL es un documental –y a veces, varias veces [véase epígrafe]: un monumental. Razón de que haya que ver “esa película”, más allá o más acá de leerla “como un libro”.

 

¿Por dónde empezar?

Por el principio, que no es cronológico: el primer libro de la autobiografía que Canton publicó fue La historia de ASEMAL y sus lectores (2000) y, como indica el título, engloba una “historia” autónoma que puede ser leída con independencia del resto del proyecto. Este tomo antologa todos los números de la revista epistolar ASEMAL. Tentempié de poesía, sus separatas (como el ultimátum a corresponsales ociosos, encuestas a lectores, primeros “cuentos del poema”) y varios intercambios con lectores de la hoja de 1975 a 1979. Este volumen cero de DLMLL, es muy valioso en cuanto germen del proyecto autobiográfico, pero también porque evidencia un tipo de relación muy particular entre editor y lectores que, en algunos casos, cobra una dimensión pedagógica con algunos de sus lectores. Como anticipación analógica de la blogósfera, los diálogos de ASEMAL y sus lectores se vuelven una suerte de taller entre pares, ya que Canton, autor, editor y canillita, se corre siempre de un rol jerárquico respecto de sus corresponsales.

Entre el chisme y la reflexión estética, lo mejor de este tomo quizá no sean tanto los poemas de la revista-hoja sino más bien las cartas de lectoras y lectores de una gran variedad etárea, geográfica, lingüística, anímica y de clase; o, como dice el corresponsal Juan Carlos Moisés, “su manera de propagar la poesía, que en definitiva es la poesía, la de todos”.

 

Berkeley

Es el segundo tomo que publica y el segundo también en orden cronológico. Plantea, para el lector no iniciado en la vida de Darío Canton, los primeros problemas maritales (del primer matrimonio), el inicio de una búsqueda personal en la escritura de poesía y, lo más interesante, una buena selección de subrayados, recortes, ensayos, artículos y entrevistas de poetas de habla inglesa (los consulta en una biblioteca de Berkeley) sobre el oficio de escribir poemas. Constituye el momento (el más intenso y el único del que queda registro en DLMLL) de autoformación en poesía y se despliega, la selección de materiales, bajo la premisa de aprender de quienes llevan adelante el oficio. En retrospectiva, este período anticipa y justifica, en el relato de Canton, la misión de dar cuenta de los borradores de sus poemas, de donde, insiste, ha aprendido mucho de su propia escritura. Más allá de la lógica interna de DLMLL, este tomo resulta muy útil, todavía hoy y en la línea del imaginismo anglosajón (pero no solo en ella), para las primeras herramientas de cualquier persona que esté empezando a escribir.

 

Patente de existente

¿Qué me podían dar los Lida, primero María Rosa y luego Raimundo? ¿Qué esperaba de ellos? Con su atención, patente de “existente” (“Certificamos por la presente que Darío Canton pertenece al gremio de los poetas”); con su sapiencia, el señalamiento de mi lugar en la cadena de sus cultores, la gran cofradía, a lo largo de los siglos.

Le escribe Noé Jitrik

Tu carta me suscita nuevamente el problema del para qué hacés todo esto, en suma, qué estás buscando cuando esperás una respuesta a tu envío. Sí, por cierto, lo explicás y es convincente, mejor dicho irrefutable pero uno sigue resistiéndose. Sí, querés que tu poesía circule, querés que algo te venga de vuelta pero es curioso que de pronto eso se cuantifique.

 

Números

Tres mil años después. A lo largo de los siglos. 8 volúmenes 9 tomos 3 editoriales 9 kilos 92 años. 1963 – Ezeiza, aduana mental = (trae/entra) “el 61% de los poemas que salieron en Poemas familiares (1975), el 36% y el 29%, respectivamente, de los de Corrupción de la naranja (1968) y Poamorio (1969), sin contar con el 48% de los poemas del nonato Personajes.” Facturas. Recibos. Catálogos. Planos. Índices: de imágenes, diálogos, comentarios, cartas, textos ajenos, nombres de corresponsales, poemas, cuentos. “Nómina de las figuras que aparecen en el collage de los álbumes de los cigarrillos Londres”. Seguido de sus correspondientes “Datos biográficos”. 30 versiones de un mismo poema. Equivalencias métricas y monetarias. Inventarios. Detalles de herencias y de compras de campos y animales (desde 1830). Cuadros 4: “Distribución en porcentajes, por períodos, de las familias de poemas”. Un DVD con 593 imágenes (del tomo VI, nomás). Datos estadísticos: de los lectores de ASEMAL –y también– del costo de la hoja de los corresponsales de su distribución geográfica (en Argentina) de la expedición postal y su destino de. Lista de los primeros discos propios. Actas: de nacimiento, casamiento, defunción. Altura y nombre de calles. Horarios. Honorarios. Escala de reproducciones. Tablas: de plazos fijos, de liquidación de impuestos. Cuadro 6: “Total de poemas individuales por períodos y sus grandes rasgos (porcentajes que casi nunca suman 100, calculados sobre los números absolutos al pie, entre paréntesis)”. Cantidad de: definiciones, usos, tipos de mesa, etimologías, patologías, representaciones artísticas, alusiones filosóficas y místicas (sólo) de la primera versión de La mesa: 558 líneas distribuidas en 8 secciones. Árboles y bosques genealógicos. 3734 pp.

 

Asunto crítico. Hablar Canton

Todo lo que se dice de Canton se dice en Canton. Problema o acertijo: ¿mancha de aceite o monocultivo? ¿Encendemos o entendemos (alguien enciende o entiende) algo que no pre-pro/vea De la misma llama? Incluso a Canton sucede: pensó que la revista Contorno tomó su nombre como “cantónimo” de Centro, la revista que él colaboró a fundar. Ántropo o helio: centrismo.

 

La hipótesis del huracán

La hipótesis del huracán ilustra pero no explica. La hipótesis dice: no importa, a nadie le importa, qué ve –se ve con– el ojo del huracán sino todo lo que pone a girar, ese entorno, su en-torno: lo que arrastra o arrasa. No obstante nada nadie nunca es arrasado en DLMLL; todo pasta y todo riela, pero lo nuestro es…

Corromper la naranja: that is the cantion.

 

Fracaso

En DLMLL aparecen 129 veces palabras como “fracaso”, “fracasan”, “fracasé”, “fracasó”. Lo que en el tomo sobre ASEMAL es una propuesta autónoma, en el segundo, asume la forma de un proyecto mayor (la historia de un joven sociólogo que quiere ser poeta) y rápidamente toca el punto más álgido de su pathos del “fracaso” en Los años del Di Tella.

Las yapas I y II –sobreabundancia y desborde– se vengan de los retrasos editoriales, envuelven la producción de los primeros siete tomos y repasan la hipérbole del fracaso como monstruo de la epopeya. Pero la frase con la que nuestro héroe cierra la odisea al final del segundo volumen de La yapa II es una nota preciosa aunque escueta; dice: “Pude”.

Búsqueda automática de la raíz “fracas-” (“fracaso”, “fracasó”, “fracasan”, etc.)

  1. Berkeley: 18
  2. Los años del Di Tella: 29
  3. De plomo y poesía: 10
  4. La historia de Asemal y sus lectores: 2
  5. Malvinas y después: 10
  6. Nue-Car-Bue. De hijo a padre: 15
  7. La yapa. Primera parte: 23
  8. La yapa. Segunda parte*: 10
  9. La yapa. Segunda parte**: 12

 

Política

Así como hay que desconfiar del autodenominado fracaso de Canton, la operación en y con el contexto político en DLMLL es engañosa. Ni la Summa es igual a todo, ni todo está en la Summa. El título de algunos volúmenes hacen referencia directa al contexto histórico argentino (De plomo y poesía, Malvinas y después) pero en el organismo de DLMLL la política como tema queda afuera casi por completo:

CRISTINA—Por ahí uno podría decir “falta tu lectura política sobre los momentos”. Hay poco.
LITO—El Darío en su expresión política no existe.
CRISTINA—En ese sentido podría decirte “yo te ubico en tu funcionamiento interior”. Faltás vos leyendo el diario y discutiendo con un amigo porque renunció un ministro.
LITO —Él puede decir: yo doy los testimonios para que Ud. lea eso.
D.C. —En parte es así. Mi comentario de Imaz, más el memo del Instituto Di Tella, más lo de Deutscher, más la referencia que hago a la investigación de Marginalidad, más mi introducción al capítulo del radicalismo…
CRISTINA —Pero falta tu conversación con otros. El capítulo este, y el anterior también [Los años del Di Tella y Berkeley respectivamente], muestra tu ser psicológico y quizás falta —está, pero, digamos, mucho menos—, lo que podríamos llamar tu ser social.

La política funciona como telón de fondo o cita bibliográfica; una estrella menor eclipsada por el astro-Canton.

 

El rulo

En Malvinas y después, los comentarios de amigos y amigas sobre el proceso de escritura de DLMLL llegan al propio volumen Malvinas y después. Es un punto de vértigo alucinado donde, quizás, el texto debería acabar.

 

La comparación molesta

NO SÉ DE DÓNDE saca Fogwill que haya citado o admirado a L.L, así como lo de que me haya «matrizado». Hemos sido contemporáneos y nunca me gustó el tartamudeo en sus versos ni su permanente empeño reescriturario. Ni me pareció feliz tampoco, etimológicamente, lo de la risa del riseñor. Y el único encontronazo que tuve con un amigo de muchos años fue por su aprecio, que no compartí, por el que consideraba aporte de Leónidas Lamborghini a la interpretación de la gauchesca. En pocas palabras nunca fue poeta de mi devoción. Ni compartí, por último, desde lejos, la iniciativa de la gente del Diario de Poesía cuando lo propuso para el premio Reina Sofía.

Canton no habla de otros poetas. Salvo la preferencia más clásica de Unamuno y la frecuentación temprana a Alberto Girri (que se corta luego de que el poeta de La Nación rechazara los pedidos del joven aprendiz por ver el proceso de sus manuscritos), en DLMLL son superficiales y elusivos las referencias a autores contemporáneos. Pero Leónidas Lamborghini vuelve, de la mano de amigos, lectores y colegas, con una insistencia que a Canton le produce cierto hastío. El peronismo, la interrupción de las unidades mínimas del lenguaje (que Canton llama “tartamudeo”) como intervención de los discursos sociales, la cultura popular y la reescritura son algunos elementos que, a priori, establecen las bases para un acercamiento comparativo entre ambas poéticas. Y el programa de cada uno (procesar la literatura universal con una picadora de lenguaje; enlatar la totalidad en el cantón de una biografía): puntos de partida para pensar un canon literario del siglo XX argentino no explorado lo suficiente.

 

Rerum familiarum libri

Ordena cada cosa que oímos pero no suena –como el director de una orquesta: una cifra hecha de movimientos deliberados, muy calculados, singularmente medidos. El registro de todo puede no ser total pero la voluntad de que lo sea evidencia, en DLMLL, una constante que la precede, configurándola. Quizá por eso sus libros más notables, o notados, sean Corrupción de la naranja, La mesa y Abecedario médico Canton. Quizá por eso alguno de ellos, o su lacónica impronta común, haya suscitado la rara etiqueta de “un objetivismo extraño” para su proyecto. Extraño hasta para el objetivismo. Extrañeza que, en el registro tan minucioso, no puede sino incorporar el humor, o provocarlo. Pero extrañeza que, sin el continente del libro de poemas, desborda hasta volverse familiar en DLMLL, reorganizando la constante: lo que fue registro voluntario se torna voluntad de registro. Del poemario como archivo del registro al archivo como registro del poemario. En esa torsión, lógicamente, la familia del poeta (esposas, hijxs, amigxs, madre, padre y hermanos) va ocupando el espacio que antes pretendía la genealogía del poema (en libro o suelto). No obstante, aún transformada y sorda, desbordada y redundante como toda familia, y cada vez menos precisa, aquella cifra orquestal no deja de oírse ni de generar –en la lectura o andanza entre montañas de documentos a cada paso menos cohesivos si bien extrañamente coherentes– esa sensación unheimlich que desempolva, en ciertos recodos del arrumbado castillo Canton, el fantasma de un poeta, o su fantasía.

Cartas de dirección única

Petrarca escribe cartas a Homero. A Cicerón, a Virgilio, entre otros singulares antiguos. Escribe para atrás, esbozando un futuro –y también soplando el propio. “Para mí es agradable balbucear con los más diestros educadores –dice– como un niño que no sabe aún expresarse”. Naturalmente no espera, de ellos, una respuesta. La inventa en nosotrxs. Canton escribe cartas a Picasso. A Jaime Sabines, a Drummond de Andrade, entre otros singulares contemporáneos. Y espera, enfáticamente, no sólo una respuesta sino la misma: “no pretendo forzar ‘parentescos’ –señala confirmando, a simple vista, la más elemental de las psicologías inversas– ni decirle que lo suyo me gusta por lo que me pueda haber pasado a mí”. Quizá por eso esas cartas sean, todas, tan extrañamente parecidas: todas rascan para adentro –como dice Canton que se ha hecho: “bastante solo, rascándome para adentro”. En ellas Canton cuenta a Canton. Y las cartas, rascando para dentro encuentran –siempre– un mismo nombre, como le indica a Picasso de un poema que le manda: “en realidad por debajo de su nombre debe leerse el mío”. Al fin y al cabo, le ha dicho líneas antes: “soy parte de la misma llama”. Y entonces, lentamente, como la vela cubierta por el vaso va consumiendo el oxígeno, algo se apaga.

 


Entrevista - Darío Canton

“El ideal de todo autor, supongo, es multiplicar al infinito su obra”

Rapallo

Darío Canton es sociólogo, poeta y eminente autobiógrafo. Nació en 1928 en la ciudad bonaerense de 9 de Julio; fue uno de los fundadores de la revista Centro, de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA; militante antiperonista en su juventud, se ganó el rechazo de cierta intelectualidad liberal con su primer libro de poemas, La saga del peronismo; continuó su formación como sociólogo durante los sesenta en Berkeley, de donde volvió para enseñar en el flamante Di Tella y pelearse con el Anti-happening mediante su propio happening; observó durante semanas la descomposición de unas naranjas y escribió “Corrupción de la naranja”, que años después sería retomado por Diario de poesía como un poema precursor del objetivismo; sus investigaciones sociológicas indagaron en las Fuerzas Armadas, las elecciones nacionales y las letras de tango; publicó de manera anónima el “poema poeti-lógico” La mesa; durante la última dictadura cívico-militar, reorganizó los poemas de tres libros inéditos para dar inicio a la revista epistolar ASEMAL. Tentempié de poesía, de la que fue único editor y autor, y que consistía en una página plegada que enviaba a cientos de corresponsales (voluntarios o fortuitos) en el país y en el exterior, medio a través del cual inauguró un género propio: el “cuento del poema”, que daría pie a su proyecto más ambicioso, summa poética, autobiografía intelectual y gran archivo autoeditado y virtualmente inacabable. En De la misma llama (compuesto de seis tomos más dos “yapas”), Canton reúne textos variados sobre su vida personal y familiar, borradores de poemas, e-mails y recibos que dan cuenta de sus pujas editoriales así como de las periódicas catástrofes económicas de Argentina, apuntes de terapia de grupo, fotos de su infancia y de los restos exhumados de su padre, devoluciones de lectura de amigos fieles y profesionales pagos, y conversaciones con las sucesivas generaciones de poetas que continuaron “descubriéndolo”. A sus 92 años de edad, Canton sostuvo con Rapallo un profuso intercambio epistolar; prueba de que, si en 2017 puso el punto final de su proyecto autobiográfico, fue solo para continuarlo por otros medios.

[A los editores]:

Van algunas respuestas a preguntas que me han llevado a desarrollos interesantes para mí y espero que para ustedes y los lectores de la revista. Hay preguntas que prefiero saltearme, como la vinculada con Zelarayán, y algunas que me inspiran dudas porque están respondidas en la obra y no sé si citarme de allí o refritarlas (números 10 y 16).[1] También hay alguna pregunta que me parece, es un chiste que me hace el que la formula (la número 15 con la referencia a si soy una PYME, a partir de un dato puntual ilustrado gráficamente en el libro).[2] Acá, si lo tomara en serio, tendría que recordar —o hacer saber al lector de la revista— que jamás puse un peso para publicar libros de sociología y que pagué íntegros (a Grjalbo-Mondadori, a Libros del Zorzal y a Librería Hernández) los ocho tomos con nueve volúmenes de la serie De la misma llama, así como algunos otros libros sueltos de poesía. Sugiero que piensen y me digan lo que les parece mejor.
Pregunto también por un tema que aparece en una de las respuestas: el de las tapas de mis libros. ¿Les interesaría dedicar dos o tres páginas a las tapas de todos mis libros, tanto de poesía como de sociología? Hay sólo dos en las que no intervine: Corrupción de la naranja y Gardel, ¿a quién le cantás?
Para la nota, también podría ofrecer algún poema reciente e inédito, y dejaría a criterio de ustedes si incluir algún manuscrito.
Si aceptaran mis “sugerencias de eliminación” de las preguntas 9, 15, y 18, dejo a criterio de ustedes el formular algunas otras.
Me atrevo a sugerir que el dossier podría incluir:
1) Las respuestas a las preguntas que ustedes formulan (más alguna otra, si deciden reemplazar las que no contemplé).
2) Un detallado informe sobre mi archivo literario, en el que interviene también Luciana Di Milta, en respuesta a una consulta de Osvaldo Aguirre.
3) Intercambio una pre lectora de De la misma llama. Acá irían dos poemas inéditos que mandé a Cristina Burgin de Marín, una de las personas que leyó, junto con su marido Juan Carlos “Lito” Marín, la primera versión de la obra, cuando se reproducían los manuscritos y carecía de ilustraciones. Me parece interesante su reacción ante lo que le mandé porque dio lugar al desarrollo de la respuesta 4. Creo que corresponde incluir este material en una sección independiente.
4) Las tapas de los libros.

¿Les interesaría una reseña autobiográfica mínima y un completo detalle bibliográfico de la obra literaria?

Un abrazo para todos. Ustedes se lo buscaron. Muchísimas gracias
Darío

Entre fines de 1970 y principios de los ochenta dejás de publicar tus libros de poemas y comienza el armado de De la misma llama. Entre ambos aparece la revista-hoja ASEMAL. ¿Qué factores de la experiencia ASEMAL la convirtieron en un punto de quiebre de tu trayectoria artística?
Rescato de la presentación que acompañó al número 1 de Asemal las circunstancias en las que entonces me hallaba. Tenía más de un libro para publicar y ninguna perspectiva cierta de que pudiera hacerlo en un plazo prudencial, no esperando varios años. Ahí fue que se me ocurrió lo de la hoja a ser enviada por correo, con la que tuve un éxito arrollador. Mucha gente me contestó, algo que sólo me había pasado excepcionalmente con mis libros anteriores. No sólo eso, sino que también ofrecían comentarios inteligentes, daban oportunidad al diálogo. Aún más, como he contado, por azares varios, me conecté con lectores jóvenes de Brasil y con Drew Mc Cord Stroud, un escritor norteamericano que vivía y enseñaba en Japón. Drew se entusiasmó con Poamorio, se propuso traducirlo, ganó un concurso y tuvo una edición bilingüe inglés-castellano que se publicó en 1984.

La experiencia de Asemal fue muchísimo más gratificante que lo obtenido con los libros. Por otra parte, después de esa experiencia (y lo anuncio en mi despedida de Asemal), mi propósito era escribir una autobiografía intelectual, centrada en la escritura de poesía. Ese fue mi norte durante muchos años y la poesía que escribí, puesto que seguía haciéndolo, quedó engarzada allí. No me interesaban más los libros independientes de poesía, porque me habrían distraído en mi propósito central.

Muchos corresponsales de ASEMAL coinciden en destacar el valor que tiene el sistema de publicación, distribución y, en definitiva, comunicación entre autor y lectores. ¿Pensás que la propuesta de la hoja fue superior al valor de los poemas en sí?
Esta pregunta es complicada, en el sentido de que cuál es el metro con el que podríamos medir estas alternativas. Supongo que cada lector pasará su propio juicio. Desde mi punto de vista, hay una gran simbiosis entre textos y presentación en la página, con un trabajo muy deliberado y largo para hacer el montaje con las distintas secciones. En su mayoría, los poemas eran parte de libros nonatos; había otros que fui escribiendo sobre la marcha y se insertaron naturalmente. El rótulo de las secciones fue largamente pensado y, me parece, todo se integró sin fisuras. Se publicó allí el equivalente de cinco o seis libros, y la variedad de los textos es grande. Me permito citar algo, a riesgo de quedar mal parado: tuve una amiga, lamentablemente ya fallecida, que tomaba la colección de Asemal como equivalente del I Ching para ella. Decía que cuando algo le pasaba y necesitaba una respuesta, hojeaba la colección del pliego y estaba segura de encontrarla. Se non è vero…

¿Cómo considerás el intercambio a veces didáctico, formativo o incluso de taller literario que estableciste con algunos corresponsales de la revista?
Me parece un buen testimonio sobre las opiniones —limitaciones incluso— del autor. Fueron para mí muy enriquecedores los intercambios con Juan Carlos Moisés y con Eustáquio Gomes. Me forzaban a intentar formular qué era lo que me parecía “adecuado” desde mi punto de vista. Algo similar se da en la correspondencia con Jorge Isaías, también de esa época, pero que sólo rescaté en el Cajón de sastre de VIII. La yapa II.

Acá me acuerdo de algo más. Es el intercambio con Drew Mc Cord Stroud (véase V. Malvinas y después, p. 138). Reúne mis observaciones a su traducción de Poamorio, explicándole detalles que se le habían escapado. No tengo presente si algo de eso estará en mi archivo personal, pero aparentemente la correspondencia se hallaría completa en el repositorio de la Universidad de Chicago.[3]

¿Qué tiene que tener un poema para que le guste mucho a Darío Canton?
Precisión, economía, sorpresa, uso inteligente del vocabulario. También el tema: creo que los hay mejores y peores. Ejemplo: a Cristina Burgin de Marín, una de mis pre lectoras de la versión inicial de De la misma llama, le mandé dos textos, uno vinculado con mi madre y otro con el bar La Paz. Ambos coincidimos en que el primero es mucho más valioso, porque habla de un hecho común, que alcanza a todas las personas, aunque no es tema habitual de conversación, sino algo más bien íntimo. El otro poema es descriptivo, plantea preguntas poco habituales (aunque perfectamente legítimas) y pasibles de ser respondidas, pero es más intrascendente, me atrevería a decir. Yo como poeta debo ser juzgado por textos como el primero; otros como el segundo, de los que también tengo, son la parte más anecdótica —en la que estoy yo también, por supuesto—.

En mi recuerdo sobresalen los poemas de En la masmédula de Girondo, y de ahí, aunque no estoy seguro de que sea uno de los puntos más altos del libro, el poema “Cansancio”, que no sería capaz de repetir, pero del que me he acordado más de una vez a lo largo de mi vida por distintas circunstancias. Otro libro que me impresionó mucho fue una antología de Drummond de Andrade, Mundo, vasto mundo,de la que recuerdo un poema que habla de un viaje en avión y de su caída, y termina con algo así como “ya somos noticia”. También me fue muy atractiva la propuesta de Nicanor Parra con sus antipoemas de la primera época. Y como modelo de concisión y profundidad, como si fuera una poeta clásica, los Versos de amor de Idea Vilariño. También recuerdo a William Carlos Williams y a Villon.

El poema “Corrupción de la naranja”. Desde el “mirar hasta que se pudra” de Martín Prieto hasta el registro de la naranja petrificada en De la misma llama. ¿A qué atribuís la vigencia de ese poema?
A decir verdad, no tengo presente ni sé si me atrevería a intentar explicar el porqué del que podría llamar “éxito” de ese poema. Fue parte de una colección que en principio llamé Personajes y otros poemas (VIII. La yapa II, volumen 2, Cajón de sastre, p. 751). En ese momento hice el intento de diseñar el libro con los personajes, pero no tengo presente por qué no llegué a nada (se me ocurre ahora que tiene que haber sido por el fracasado intento con Hermenegildo Sábat, del que hablé en algún otro lado). Es mi impresión que todo ese bloque de poemas, el de los personajes y los que llamo “otros”, se los tengo que haber mostrado a Alberto Girri. Estoy casi seguro —y ya no hay manera de corroborarlo— de que fue Girri el que me sugirió armar un libro con el poema “Corrupción de la naranja” a la cabeza de él, y dándole el título. No estoy seguro de las fechas, pero Girri me contó que había sido invitado por Juan Carlos Cícero, de Ediciones del Mediodía, para tomar parte de una colección de poetas argentinos. Aparentemente no le interesó y me puso en contacto con Cícero. Como se ve, por lo que terminó pasando, Girri fue el primero en advertir la que llamaría “novedad” del poema. ¿Qué vio Girri en “Corrupción”?No tengo presente que me haya dicho nada en especial. Sólo asocio su gesto con algo que ya he contado: Cuando le llevé a Girri mis primeros poemas en 1960, me preguntó si había leído a William Carlos Williams. Le dije que no, pero me quedé pensando que algún parentesco con él había descubierto en lo que yo escribía.

El proceso de escritura fue contado luego como lo hice con muchos otros. Tenía las anotaciones en prosa, y el detalle circunstanciado de la escritura. Cuando en la década de 1990 me puse en contacto con Daniel García Helder del Diario de poesía, le llevé ese “cuento del poema” como uno de los ejemplos. Se publicó en el número 35 (primavera de 1995) y por razones que desconozco tuvo gran aceptación. Sé que se lo usó en talleres de escritura y hasta en escuelas secundarias, por profesores de Literatura que proponían ejemplos en la línea de la descripción del poema.

El interrogante sobre el porqué de la elección de Girri corre parejo con otro juicio de Basilio Uribe. Este opinó en una carta que un poema mío de uno de los primeros números de la hoja era de lo más “avanzado” de la poesía experimental argentina.[4] Dado que Girri no conoció la narración-cuento del poema, cabe preguntarse qué vio en él: ¿la temporalidad en el presente? ¿La mirada, con aires de naturalista, del que escribe?

¿Por qué decidiste reeditar La mesa cincuenta años después de su primera aparición (considerando que, como todos tus libros, está incluido en la autobiografía)?
Porque cuantos más libros de uno haya dando vueltas, quizá se consigan más lectores. El ideal de todo autor, supongo, es multiplicar al infinito su obra, especialmente cuando se tiene conciencia de lo efímero de lo que uno intenta y de lo perecedero de los soportes con los que uno trabaja. Me parece elemental y más bien me llama la atención el que ustedes señalen la reedición de La mesa aparentemente como un “exceso”.

Si bien los temas van variando con cada uno de tus libros de poesía, notamos que el tipo de verso se mantiene casi sin cambios, al igual que cierta inclinación hacia el lenguaje (como los juegos de palabras, que son similares en los poemas de ASEMAL, La mesa y Abecedario médico Canton). ¿Cómo contarías, ya no el cuento del poema, sino la historia de tu poesía? ¿Pensás que algo en tu poesía cambió entre La saga del peronismo y De la misma llama?
En mi recuerdo, y apelando solamente a la memoria (en la cual puede ser engañoso apoyarse), hubo una primera etapa, 1950-1958, que incluí en el tomo VI. Nue-Car-Bue. En su momento, Delfina Muschietti opinó que podría haber prescindido de ellos, pero Juan Andralis aceptó su inclusión como parte del “poeta cachorro”. De hecho, varios de esos textos fueron los que llevaron a H. A. Murena a decirme que veía en ellos un intento personal de decir algo, una voz propia, y que siguiera adelante. De ese período he salvado, en mi recuerdo, tres o cuatro poemas, entre ellos “Kafka y Malena”. Durante mi estadía en Estados Unidos escribí La saga del peronismo, equivalente para mí a mi “graduación poética”, además de muchos otros poemas que fueron tanto a Corrupción de la naranja como a Poamorio y a los Poemas familiares. Al volver de allí tenía ya un bagaje considerable de poemas, y apenas llegado, se me dio la “iluminación” de “Corrupción de la naranja”.

Un nuevo grado de complejidad, pienso, se me da con la llegada de La mesa. Paso a jugar abiertamente con el lenguaje. Era algo que todavía no me había permitido del todo. Se repetirá luego con el Abecedario médico. Y en la década de 1970, lo que empieza a aparecer, además de lo experimental que sigue, son los poemas con un desarrollo temático, diría, bien razonados a mi juicio, que me gustan: “Clases y tetas”, “Progresión geométrica” y en general todos los poemas incluidos en la sección Taller de Asemal. Son rasgos que comparten poemas de la década del 80, como “Oriental” y “Sartre, de viejo, recuerda o Caballo de calesita”.

En la segunda mitad de la década del 80 aparecen los que llamaría poemas de corte narrativo, vinculados más de una vez con miembros de la familia o plenamente autobiográficos: “Historia”, “Polvo”, “La clase de gimnasia”, “Ayer y hoy”.

Tanto en los poemas de Fuero íntimo como en los más recientes (todavía por publicar) entiendo que se mantienen los grandes grupos temáticos que distinguí desde el comienzo: poemas vinculados con la familia, con el amor, con la corrupción de las cosas —como metáfora del desgaste personal y colectivo—. Prácticamente han desaparecido los personajes, salvo Nazarena Vélez y Sócrates (este último, claramente, desdoblamiento del yo, a opinión de Luciana Di Milta, que es quien toma el dictado de lo que dice el autor).

Con todo, en Fuero íntimo hay poemas que incursionan en áreas distintas y de los que me gustaría haber escrito más. Me refiero a 15, “Composición. Tema: la vaca”; 18, “El Dalai Lama” y 36, “Pavana”.

Con una gran deuda, fruto de mi incompetencia en computación: la fantasía de la disección de la lengua castellana, tal cual la hablamos los habitantes del Río de la Plata entre los siglos XIX y XXI (ver intercambios con Pablo Barenbaum, Pablo Funes y con mi hijo Gabriel en VII. La yapa. Primera parte).

Una última observación relacionada con la pregunta que se me formula al mencionar como “juegos de palabras” lo que aparece en La mesa y el Abecedario médico. Con respecto a éste último, en 1979 Fogwill me dijo “el diccionario médico me pareció asqueroso (eso ya se había visto en Rico Tipo y seguidores)”.[5] De ningún modo pienso que quien o quienes formularon la pregunta compartan el tan terminante juicio de Fogwill, pero a mí la referencia a “juegos de palabras” en conexión con La mesa o el Abecedario me lleva a la asociación de Fogwill. En contraposición, sostengo que lo que hago es jugar con el lenguaje, que es algo distinto y que me abstendré de intentar precisar. Entiendo que tiene su valor y otros, a quienes remito, lo han señalado: recientemente Delfina Muschietti y Ezequiel Alemian en Canton lleno; antes, en los comienzos, Raimundo Lida, Dieter Reichardt y Juan Filloy.

¿En qué se diferencia Darío Canton autor de La mesa de Darío Canton autor de De la misma llama?
Soy un autor que ha escrito distintos tipos de libros de poesía. También una larga saga autobiográfica. Y también, me permito recordarlo, bastantes libros de sociología con énfasis histórico, aunque no solamente. Y tengo monografías sobre el conflicto en universidades, sobre las letras del tango y así. En cada ocasión me atengo al tema entre manos.

La mesa es un universo cerrado, diría, con sus leyes propias y su estilo poeti-lógico, que comparte con el Abecedario médico y en parte con Clea, folletín platónico, inédito. De la misma llama es una saga de vida y obras, con muchas ilustraciones, lo que la convierte a mi juicio en un animal muy distinto.

De la misma llama es un trabajo al que llamaría “serio”: acopio datos, fotografías, me embarco en búsquedas puntuales, contrato fotógrafos para documentar distintas instancias: el escritorio del abuelo en Carmelo; la exhumación de los restos de mi padre allí mismo; el relevamiento fotográfico minucioso de la casa de mis padres en Rivadavia 1653 8° P, así como de la oficina de la calle Bartolomé Mitre 1644, 6° B donde escribí la primera redacción; escenas de peleas de boxeo en el Luna Park a las que asistí con mi hermano Walter; exhumación de los restos de mi hermano Héctor; imagen del Congreso Nacional y de la aguja de la Confitería del Molino tomadas por Oscar Balducci desde el mismo ángulo en que se tomó la fotografía original, hacia 1920, inserta en un álbum que tenía mi madre (ver el CD que acompaña al tomo VI. Nue-Car-Bue), entre otros.

En La mesa, como lo indica su subtítulo, me permito ser delirante, jugar con todo, asociar libremente y divertirme. Es otra “verdad” la que se busca. Es un grado más alto del lenguaje. En De la misma llama se lo usa para contar, describir, recordar. En La mesa hay un toque de delirio controlado. Tanto en los tomos autobiográficos como en los 2604 versos de poemas, sin embargo, campea el mismo tono de seriedad, rigor, investigación.

A partir del tomo V, Malvinas y después, pierden protagonismo los “cuentos de poemas” y pasa a un primer plano el cuento (o la novela) del poeta Darío Canton. En tu opinión, ¿a qué se debe ese cambio?
Los “cuentos de poemas” fueron la base de los primeros tomos y en realidad el sustrato de buena parte del comienzo de la narración. Véase, por ejemplo, la descripción del proceso de escritura de La saga del peronismo y de muchos otros poemas escritos en los Estados Unidos; del poema “Corrupción de la naranja”; de los poemas de amor de la década del 60; de La mesa, tan minuciosamente documentado y también después del Abecedario, del que ofrezco creo que tres versiones sucesivas como para que quien tenga interés descubra en qué se fijó y en qué orden este autor. Algo de todo eso se extiende a algunos poemas de la década del 80, incluidos en el tomo V. Malvinas y después. Pero todo ese trabajo que intenté fuera lo más riguroso posible llevaba muchísimo tiempo. Y una concentración casi maniática para ser justo con los materiales y el autor.

Mis “cuentos de poemas” arrancaron con la publicación en Hispamérica 16 (1977) de dos ejemplos. Siguieron con tres ejemplos más en los tres últimos números de Asemal. Y florecieron en los tomos de la primera redacción de la serie, terminada en 1989. Un repaso de las dos Yapas da cuenta de que allí prácticamente no hay cuentos de poemas (sí en el Cajón de sastre, con un texto dedicado a Jacques Brel).

Cuando empezó la década del 90 y después de la gran depresión que pasé al no poder imprimir la obra como había fantaseado, mi interés pasó a ser más bien el de lograr editar lo que tenía, retocando y agregando cuanta cosa se me ocurriera, pero no repitiendo la descripción del proceso de composición de poemas sueltos. Pensé que ya había dicho lo que tenía para decir sobre mi manera de trabajar y que el lector tendría que arreglárselas por su cuenta. Hay un ejemplo que me parece interesante. Es el del poema “Cátedra de poesía” (Fuero íntimo N° 8), que remite a un texto originalmente escrito en 1977. Se verá que pasaron casi 40 años antes de retomarlo para su publicación. Dice mucho sobre el momento inicial de su escritura, y también ilustra, a mi juicio muy claramente, una estrategia de autor que revela a alguien muy particular.

SÁBADO 19.IX.2015, 18.30 H
Viaje en el tiempo 15

Hoy Gabriel cumple 43 años. Lo llamo después del mediodía. No trabaja y duerme hasta tarde. Va a salir con Laura y los chicos para comprar cosas que les faltan para la casa. Su construcción está avanzada. Esperan mudarse antes de fin de año.

En el curso de la tarde, mientras repasaba papeles para ver qué se salvó del allanamiento, doy con un poema de la época en que acumulaba «ejemplos» —así los llamaba—, de trabajo poético. La versión que ofrezco estaba en una hoja tamaño oficio —35,5 X 21,5 cm—, que transcribo.

Ejemplo (Martes 31.v.1977)
La vida de adultos en pareja, cuando hay hijos de por medio, obliga, en caso de desacuerdos, desinteligencias, lo que fuere, y si es que se ha decidido no romper lanzas, a transar, aceptar, conciliar, aún después de los más duros enfrentamientos. De eso, y cómo lo vive el que habla, trata el poema.

La primera versión, al igual que la segunda, obtiene dos derivaciones a partir de «humillación»: yacente y milla. La idea inicial, de poner como título el nombre Naohmi es porque su pronunciación en inglés me resulta muy eufónica (aproximadamente Neióumi, cuatro vocales) y no estaba muy lejos de como empecé diciéndome el poema, «Laúmi…» [Viernes 29.i.2016. 5.35 h. Siempre están, como se ve, las asociaciones auditivas del castellano que hablamos los porteños. (Recuérdese el texto de Homero Manzi en Sur, «Nuestra marcha sin querellas / por las noches de Pompeya»)].

La segunda mantiene lo anterior y cambia la línea 3; la versión final deja de lado lo de «yacente» y agrega algo en la sexta línea.

1.
Laumi
llaci ón
de la videnfamilia
a veces se extiende
yacente
por millas y millas
m ás largas quequi
l ómetros
pero menos que leguas

No hay le (n) gua
para contarlas

La hu
milla
ción
de la videncom ún
m ás larga
que quil ómetro de ví (d) a
pero menos que legua.

No hay le (n) gua
para contarla

2.
Laumi
llaci ón
de la videncom ún
a veces se extiende
yacente
por millas y millas
m ás largas
quequi
l ómetros
pero menos que leguas

No hay le (n) gua
para contarlas

Título inicial: Naohmi
T ítulo: La hu

Cátedra de Poesía
A Osvaldo Aguirre

Docente —A ver, Canton, escriba un poema
que deje pensando al lector. En no más de
quince líneas. Utilice, para su formulación,
tres medidas métricas de cualquier sistema
Tómese el tiempo que quiera.

(Diez años después)
La hu
milla
ción
de la videnfamilia
sí hay menores
de por medio
más larga
que quilómetro
pero menos
que legua.
No hay le(n)gua
par/a co(n)tarla

Docente —No está mal, Canton. Siga
trabajando. En lo posible, con mayor
celeridad. La vida no es tan larga.

Por último: hay un “cuento del poema” en Fuero íntimo, que cierra dignamente —perdón por el adjetivo— la serie de los mismos. Se trata de un relato “mudo”, sin palabras. Me parece el cierre perfecto. El autor presenta dos textos en la tapa y contratapa del libro. Si el lector pone una al lado de la otra esas dos versiones del poema “Religión” (a la izquierda la más antigua, a la derecha la posterior), “leerá” su propio “cuento del poema”.

Y ahora, una fantasía. Con todos los ejemplos de cuentos de poemas —no tengo presentes cuántos serán, ¿cincuenta, sesenta?— podría escribirse un libro que propongo a estudiosos del futuro. Se titularía Praxis, y el subtítulo sería Manual de composición de sus poemas según los testimonios de Darío Canton, desde La saga del peronismo hasta Fuero íntimo.

Y una pregunta final: ¿Cuántos poetas, del sexo, lengua y época que sean podrían prestarse a algo similar con sus obras?

En el tomo VI, Nue-Car-Bue. De hijo a padre, anotás: “He llegado a un punto en que ya no sé muy bien si mi poesía vale algo, o si se me seguirá dando, que es al menos el requisito indispensable para que la sienta viva y tenga un sentido para mí, aunque pueda no tenerlo para los demás” (“LUNES. 5.I.1959”, p. 659). ¿En qué punto, y por qué razón, dejó de existir esta distinción entre “valor para mí” y “valor para los demás”, y el reconocimiento de los otros se convirtió en un valor per se de tu escritura?
Cuando hago esa anotación, en mi recuerdo, hace ya unos meses que estoy trabajando tanto en el Departamento de Sociología junto a Germani como en el Rectorado de la Universidad de Buenos Aires bajo Risieri Frondizi. Estaba encaminado a una “carrera en Sociología”, con obtención de becas, primero interna y luego externa, para alguna universidad prestigiosa. Mi conexión con el ambiente de la literatura, la poesía y sus practicantes era nula. Aun así, algo escribía, pero habría de pasar cerca de un año y medio hasta que llegara a Alberto Girri en ausencia de Murena. Los encuentros con Girri, unos meses antes de mi viaje, me fortalecieron, pero hicieron mucho más difícil todo en términos de “vocación”. Como he recordado en mi narración, llegué a Hernán Kesselman por ser especialista en temas vocacionales. La permanencia en los Estados Unidos, con la “iluminación” de la que salió La saga del peronismo, más el hecho de que fuera apreciada por el escritor chileno Fernando Alegría, quien se ofreció como mediador para publicarla en una revista de la Sociedad Chilena de Escritores, más la redacción de muchos otros poemas de los cuales en general opinaba bien, favorecieron mi autoestima poética y me convencieron acerca de que ya me las podría arreglar por mí mismo.

En un momento inicial, como supongo que le ha de pasar a la mayoría de los autores, el reconocimiento de los otros es muy importante. No se trata de un número determinado. Basta con que sea una persona cuyo juicio merece confianza.

Durante la lectura de De la misma llama, conviven dos impresiones: que D.C. metió todo y, al mismo tiempo, que D.C. fue extremadamente cuidadoso acerca de cuáles aspectos dejar afuera. ¿Por qué decidiste dejar afuera en gran medida todo lo que tiene que ver con tu opinión política (como observa Lito en Malvinas y después)?
Creo que si se toma el orden cronológico, en VI. Nue-Car-Bue está contada mi actividad universitaria. En el tomo sobre Berkeley, a propósito de La saga del peronismo, también algo se dice. Luego, al volver a la Argentina, en el tomo II. Los años en el Di Tella hay bastantes elementos vinculados con mi postura político-intelectual. Por último, en III. De plomo y poesía también hay referencias varias sobre el tema de la situación política, tal como las hay en Asemal o en la correspondencia con algunos lectores y señaladamente en el Abecedario médico, con el nombre de algunos medicamentos como Repriman, Kalmosan[6] y Solubar.[7] Sin olvidar el concurso que hice con los lectores de Asemal, eliminando la palabra“miedo”en el poema de tapa del número 10 (junio-julio 1976). Es que además, todas mis publicaciones de sociología daban muy clara cuenta de mi posición política y orientación general. No tenía ningún sentido, para mí, repetir eso en la narración, que tenía que ver con mi vida en las letras. Sin olvidar que, aunque nunca dejé de votar, me pareció un dato irrelevante el mencionar el hecho de por quién me había inclinado en cada momento.

Si hubiera elegido contar mi vida como sociólogo, habría escrito otro libro. O como persona que inicialmente intentó anotarse como ayudante de Introducción a la Filosofía, materia que en la Facultad daba Ángel Vassallo, del que había sido buen discípulo y cuyo reconocimiento tenía, proyecto que fracasó porque su pareja, Susana, llegó tarde a la mesa de entradas el último día de la inscripción.

En las yapas (con los folios intonsos y el Fuero íntimo para armar) se despliegan las “ideas brillantes” sobre la edición que habían asomado ya en tus primeras publicaciones (la intención de poner una hoja espejada en Poamorio, por ejemplo). ¿El trabajo sobre el lenguaje fue reemplazado, a lo largo de tu trayectoria, por un trabajo en el diseño?
Pienso que no. El tema del diseño estuvo desde mi primer libro, La saga del peronismo, con la imagen de tapa de que finalmente elegimos con Pablo Obelar entre muchas otras. También estuvo en mi primer libro de sociología, de 1966, con el sello del Instituto Di Tella. Le llevé a Juan Carlos Distéfano, del Departamento Gráfico, dos caricaturas de Ramón Columba para ponerlas enfrentadas, simbolizando el pasado “oligárquico” y la entrada del radicalismo (José C. Crotto). Eran dos originales que estaban en distinta escala, algo que resolvió de un plumazo Distéfano. Y lo mismo pasó con mis libros posteriores, tanto de sociología como de poesía

Salvo en Corrupción, que no me dieron a ver la tapa, en todos los demás libros intervine: en Poamorio, en La mesa —haciendo que aparecieran las tres naranjas del experimento de “Corrupción”—, en los Poemas familiares, en el Abecedario médico, en Asemal. Y para mis publicaciones sociológicas, tanto el libro sobre la política de los militares argentinos como Elecciones y partidos políticos, llevé las imágenes que finalmente aparecieron en tapa. La historia se prolongó con las tapas de los tres tomos de Elecciones en la ciudad, escritos con Jorge R. Jorrat, publicados por el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Fueron sugerencias mías. La única excepción es el libro de Ediciones de la Flor con el trabajo sobre las letras de tangos que cantaba Gardel. Allí el título y todo lo vinculado con la tapa fueron realización de Daniel Divinsky y Oscar Smöje.

Cuando te invitaron a una entrevista radial junto a Martín Kohan avisaste: “no puedo hablar ni pasar opinión sobre la literatura argentina de hoy o de ayer, los méritos o lo contrario, de los nuevos autores, el valor de las promociones oficiales, los concursos literarios y así: cero al as. Puedo, sí, hablar de mi trabajo, contar mis experiencias personales y editoriales, leer algunos poemas no del todo convencionales” (La yapa II, p. 551). ¿Por qué estas prevenciones?
Porque en general, en programas de televisión que veo suelen hacerse preguntas de ese tenor, dando por supuesto, aparentemente, que las personas inmersas en una actividad siguen la obra de sus contemporáneos, y en consecuencia pueden opinar sobre ella. No es mi caso desde hace muchísimos años.

El proyecto de De la misma llama, ¿sigue por otros medios con la publicación de ensayos críticos de tu obra en Canton lleno? ¿Cómo fue el proceso de producción de este libro?
Mi interés, al terminar la obra, fue el de tener una visión de conjunto o de aspectos parciales de la misma sobre la que se pudiera explayar gente que ya lo había hecho previamente de manera inteligente pero muy limitada (reseñas en diarios o suplementos culturales con espacios reducidos). Hablé con Demian Paredes, conocedor de mi obra, y él fue el que motorizó el proyecto y logró concretarlo. Personalmente aprendí mucho con ese trabajo y les estoy muy reconocido a los autores. Esto que comento está en la misma línea de la entrevista presente, ya que me permite repasar distintos aspectos de mi trabajo y recordar y reflexionar sobre aristas en las que hasta ahora no había pensado. En suma, enriquecen. Y de allí, mi agradecimiento.

Destacados

  • “Precisión, economía, sorpresa, uso inteligente del vocabulario. También el tema: creo que los hay mejores y peores.”
  • “Me llama la atención el que ustedes señalen la reedición de La mesa aparentemente como un ‘exceso’.”
  • “Soy un autor que ha escrito distintos tipos de libros de poesía. También una larga saga autobiográfica.”
  • “Y una pregunta final: ¿Cuántos poetas, del sexo, lengua y época que sean podrían prestarse a algo similar con sus obras?”

INÉDITOS

Cálculos

Si la muerte no existiera
hoy, 13 de octubre del 2019
mi madre cumpliría 129 años.
Almorzaríamos en casa
papá, de 136
y mis hermanos
Walter, de 105
y Héctor, 101.
Casi seguramente
de no mediar
inconvenientes graves
se hubieran sumado
los abuelos
Serapio y Carolina
de 170 y 168 años
respectivamente.
[No sé
si habrían logrado
convencer al francés
que le dio su apellido
a un año de cumplir 200]
Sería un almuerzo frugal.

Preguntas de locio

¿Cuántos kilómetros camina
en una jornada de trabajo
a la que llamaremos normal
un mozo del bar La Paz?
¿Y en días extraordinarios
por lo que sea?
¿Cuántos litros de orina
se vierten en los baños
de cada sexo
teniendo en cuenta
que habría que distinguir
entre los aportes
de clientes y visitantes
dada la política permisiva
de la casa
infrecuente hoy en día?
¿Y qué decir
–cómo sopesar–
el volumen
de los desechos sólidos
para alcanzar resultados válidos
según sexo, edad
condición social presunta?
Y pasando al consumo
¿Cuántos cafés, tés cortados
se ordenan por día
salen con medialunas
de grasa o manteca
porciones de torta
de queso, manzana y así?
¿Y cuántos almuerzos
de los que llaman
desde hace unos años
“de ejecutivo”
–algo que le hubiera interesado
a Bioy Casares–
se consumen
en cada día de la semana?
Y dejando de lado
lo anterior
con el doble movimiento
“deposición-ingesta”
para elevarnos
a la consideración
de aspectos más espirituales
¿De qué se habla
en un bar como este
hoy, 31 de octubre del 2019?
¿Cuántas conversaciones
sobre temas personales
políticos, de trabajo?
¿De personas que
como planetas
se acercan o alejan
inexorablemente?
Habría que hacer
un registro de todo eso
no porque piense
como sostuvo Zelarayán
que vaya a encontrar
poesía alguna allí
sino porque algo
puede decirnos
sobre nosotros.
Pondría grabadores
debajo de cada mesa
para registrar
a horas fijas
lo que se habla
(y repetiría
el experimento
en otros bares
de la ciudad).
Daré ejemplos
de mi cosecha
dado que la gente
habla sin tapujos.
a) Dos varones:
uno es propietario
de un local comercial.
El inquilino
argumenta persuasivamente
para no pagar
durante seis meses
canon alguno
y luego reponerle
con indexación, lo adeudado
bajo el supuesto
de que para entonces
algo habrá
cambiado para bien:
ambos coinciden
en que el dueño
si recupera su local
no lo podrá alquilar.
Sinfonía inconclusa para mí.
Tuve que irme.
b) Dos hombres
uno de treinta y tantos
el otro
claramente mayor
por lo menos veinte años
es notoria
la actitud
del segundo
haciéndole la corte al otro:
lo alaba, le sirve la bebida
se adelanta a pagar
–alcanzo a oír–
“para poder irse
cuando lo deseen”.
Son músicos
y el más viejo
está claro
mendiga
los favores del
otro
para una grabación
y una posible gira.
c) “¿Te parece bien acá
papi?”
oigo por detrás de mí
en la mesa contigua.
Ni me muevo
como si fuera sordo
estuviera en otro mundo.
—¿Qué se van a servir?
pregunta el mozo
—Esperanos un poco
voz de hombre
más bien grande
reposada
—Tenemos que ver
unos papeles…
Y a ella: ¿Qué trajiste?
Se escuchan ruidos
de papeles sobre la mesa
y la voz de ella
que empieza a explicar
alternativas de excursión
por playas de Brasil:
una semana, dos, tres
hasta un mes.
—¡No! Yo tanto
no me puedo ir;
mi mujer me mata
queda sola con los chicos.
—Oíme
decile a tu mujer
que se ubique:
los chicos
ya no son chicos
son grandísimos boludos
y vos seguís con ella
porque yo no quise
casarme con vos
como me pediste
porque quiero ser libre
así que que no joda.
Llegados a ese punto
me levanto
para ir al baño:
los veré de frente
cuando vuelva.
Confirmo:
él, de unos cincuenta
barba rala
más bien obeso
ojos vivaces
ella
pelo lacio, negro
largo, con flequillo
linda boca, manos expresivas

NOTAS

  1. Nota - Las preguntas que quedaron sin responder fueron las siguientes: En el segundo número de Rapallo dedicamos un ensayo a la poética de Ricardo Zelarayán, que, como sabemos por De la misma llama, ha sido gran amigo tuyo. ¿Qué opinión te merece la obra de Zelarayán?; ¿Cómo te imaginás al lector ideal de De la misma llama?; ¿Cuál es, según tu experiencia, la relación entre dinero y literatura?; En una nota publicada en la revista Otra Parte, Daniel García Helder comenta tu tesis acerca de que el tango es “la versión popular de un enfoque elitista de la vida”. ¿Pensaste tu propia obra en estos términos?
  2. Darío Canton, ¿‘PYME unipersonal’ o ‘compositor’? (La yapa II, p. 507 y p. 702 respectivamente) [N. de los E.]
    Ver https://www.lib.uchicago.edu/e/scrc/findingaids/view.php?eadid=ICU.SPCL.DMSTROUD
  3. Serie II, Correspondencia, caja 2, carpetas 5 y 6.
  4. “«De pronto es noche...» [DC. en ASEMAL nº 3, p. 3] pertenece a lo más genuino y logrado de nuestra poesía experimental; laberíntico, retornante, complejo (con esa complejidad que es el grado de sencillez inadvertida), no complicado, no le sobra nada. De cualquier manera, todos los poemas mostrados, así a veces me parezcan ingeniosos, son siempre frescos y vitales. «Felis ber to» es un hallazgo de poesía concreta aplicada a una poética más amplia, pero es más cultista. No todo el mundo lee a pianistas uruguayos”. Darío Canton, De la misma llama IV. La historia de Asemal y sus lectores, p. 72. Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori: 2000.
  5. Darío Canton, VIII. La yapa. Segunda parte, Buenos Aires, Librería Hernández, 2017: p. 835.
  6. Kalmosan ― patrono de la vida retirada. Zona central de su kulto es, en la Argentina, el barrio residencial de Torturitas, ubicado en las afueras de la Capital Federal.
  7. Solubar ― despacho de bebidas de la solución nacional. Ubicado por Vicente López (Gran Buenos Aires, zona norte), a él concurrieron a los postres, para estirar las piernas y tomar un café, los participantes de la cena política celebrada en el restaurante Nino bajo la presidencia de Juan Domingo Perón (1972/73). Allí se sentaron las bases de la reconstrucción nacional y de la Argentina prepotencia, anterior (previa) al surgimiento de la Argentina potencia.